Sin prejuicios


lunes, 21 de septiembre de 2009

Las apariencias no engañan

"Tan solo las personas superficiales no juzgan por las apariencias. El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo que no se ve"
- Oscar Wilde -

No es precisamente romántico admitir que lo esencial no es invisible a los ojos. Afirmarlo es afirmar también que lo interno, el mundo de lo psíquico y emocional no son dimensiones primarias de la “naturaleza”. Sucede que no lo son. Lo esencial radica en aquello que supera lo meramente humano. La naturaleza del universo es totalmente palpable y observable por los sentidos.

¿Significa esto una tentativa de respuesta a la gran pregunta socrática de “¿Qué es lo que es…?”? ¿La naturaleza ES y luego es interpretable? ¿Eh pactado acaso con cualquier promesa empirista? No, nada más lejano. No está en mí develar tales misterios. Solo afirmo que la verdad es más una necesidad que una realidad, pero de existir, existe allí no aquí. Existe en todo, no solo en mí. Quizás sea que es tan inmensa e intensa que no cabe en mi ser y únicamente me resta intentar apreciar la esencia siempre pura y no contaminada de mentiras, pretensiones ni complejos.

Pero ¿Qué hay de lo nuestro? ¿Qué a caso lo que siente y piensa Marta, tu vecina, no es trascendente de ningún modo? Allí la segunda ruptura. Lo esencial es inmutable, nada en sí trasciende en lo universal. Aceptar que ocurriese, sería admitir que la existencia tiene un fin implícito, y no lo tiene. Para Marta y todos nosotros lo trascendente es en y para nosotros mismos. Así he de pensarlo y con ese criterio buscar MI verdad.

El hombre vive en sí mismo. La realización interior es el pilar fundamental del narcisismo menos patógeno y la apreciación de la naturaleza la virtud egoísta menos dañina.

lunes, 14 de septiembre de 2009

¿Cómo explicarte los ojos con los que veo?

People are strange when you're a stranger
Faces look ugly when you’re alone
Women seem wicked when you're unwanted
Streets are uneven when you're down.

-James Morrison-



Confesarte que no has de encontrarnos nunca conformes con los hechos superficiales. En nosotros está la semilla que permite cuestionarnos los procesos subyacentes de cada acción. Y con ella hemos perdido también la noción de simpleza. Con cuánto agrado cambiarias esa eterna necesidad de buscar, tras bambalinas, aquello que fomenta, provoca y sostiene toda entidad teatral y vacía. Desearías por momentos abandonar tu personalidad crítica y sumarte a la cotidianeidad, a saber, repleta de mierda. Llena de situaciones sostenidas en nada y personas llenas de nada. Has de preguntarte continuamente como cambiar tan espectacular banalidad, has de interrogarte si no sos vos el marginal resentido y equivocado. Quisieras, por momentos, ser uno más. Poder vivir bajo las reglas que jamás te cuestionaste y con el ritmo de cualquier rutina penosa.

No quisieras, sin embargo, olvidarte de quién sos. Cada uno de esos deseos se vuelve totalmente intolerable ante una reflexión más o menos conciente. Te gusta distinguirte, por eso lees (y escribís), por eso estudias, te cuidas, experimentas, te cultivas, y aun cuando haces todo eso, sos siempre un marginal “resentido y equivocado” y solo encontrás aceptación fingiendo, riendo ante estupideces, falsedades y hasta ofensas. Abrazando y besando sin siquiera cariño, cantando el “cumpleaños feliz”. Hasta a veces pensas que te importa todo aquello.

Algún día te cagaste prácticamente en todos ellos, pataleaste como nunca y renegaste con la mayor de las antipatías de toda política, religión, empresa imperialista y cualquier otro sistema masificador (casi vomitas con la “comunidad Movistar”), te asqueaste de las instituciones. Y de tu familia, y de tus amigos. Juras jamás volver a caer en tal pozo y procuras liberarte cada mañana. Pero en algún momento te encontraron algún interés, perfecto para vos, y lo tomaste, y con él todo aquello que rechazabas. Pasaste mucho tiempo en las sombras. Pero espíritu es inquieto y tu semilla inquebrantable. Llego el día de levantarte.

jueves, 10 de septiembre de 2009

De esta forma


El ámbito más privado de uno, compartido. Penas, certezas, deseos, vivencias, fantasías poéticas y no tanto, dulzuras y miserias que solo quieren enfrentarte. Uno vuelca en incansables adjetivos que acompañan los signos, lo que uno elige, con los que uno elige. Seamos sinceros, uno no quiere juzgar, pero se ve forzado por el deseo interno de compartir la experiencia milagrosa del lenguaje en relación consciente. Bien consciente. Uno puede prometer desembarazarse de prejuicios y ataduras, confesarse en cada línea. Porque uno es su pieza escrita.