Cuando sonaba a presagio la tarde, en la ventana rezabas por una gota más gruesa que trazara un rumbo sereno. Sabías que la situación era perfecta en el viaje en búsqueda de aquel amor perteneciente a tu alma gemela, pero también conocías la calma entre y antes de la tormenta. No era simple, la electricidad ya acompañaba el ambiente.
Ahora bien has vivido los momentos más cincelantesen en tu tórax y no puedes tomar más que tus brutas metáforas para explicármelos.
No escapaste de la música en tus oídos 24 de las últimas 36 horas. Sin duda marcaban el compás de los acontecimientos, pero por si a caso digamos que bloquearon tu cerebro. Que quizás te equivocaste en tu auto-criticada reducción intervencionista, quizás no. Así y de cualquier forma, el caso es que no pudiste evadir el impulso físico, y no nervioso, que aunque compartía finalidad con tu mente, no se podrían equiparar. En definitiva todo se resume a que cometiste el error de poner la chispa adecuada para que eso ardiera. Lo hiciste, y no te arrepientes.
Seguramente no habrían sido, bajo ningún punto de vista, solo 1 las causas de haberlo hecho. Pero fuera acción razonada, pensamiento elevado, huevos peludos, arrebato asistémico, sabiduría o solamente amor, el hecho es que tu entraña te dictó (quizás con la misma fuerza que te ha dictado declararle amor ) actuar para no perderlo. Sufriste flagelos faciales, que seamos sinceros también te hirieron, pero que para entonces no te restaban huevos para animarte a sentirlos.
Aun humillado por gritos desvocados improcedentes e improducentes, no has de tener el tupé de preocuparte por otra cosa que no sea él. No vas a claudicar en él, nunca lo hiciste y nunca lo harás. ¡No puedes hacerlo! ¡Irías hasta Casanova y la tumba con él! ¿Y aquí te sientas a confesarme que no sabes como seguir? Sin ser petulante, debería mandarte a cagar y que resuelvas tu amistad... como puedas. Pero es que la consigna es tan simple que prefiero ser claro contigo. Cuando uno se quiere jugar la vida debe practicar en eso las mismas conductas que para vivirla:
- NO frenarás ni dudarás; si debes hacerlo, NO claudicaras, nunca.
- Expresarás lo más hermoso que tengas.
- Y vivirás con agrado las penurias que te toquen, porque forman parte de vivirla.
Ahora bien has vivido los momentos más cincelantesen en tu tórax y no puedes tomar más que tus brutas metáforas para explicármelos.
No escapaste de la música en tus oídos 24 de las últimas 36 horas. Sin duda marcaban el compás de los acontecimientos, pero por si a caso digamos que bloquearon tu cerebro. Que quizás te equivocaste en tu auto-criticada reducción intervencionista, quizás no. Así y de cualquier forma, el caso es que no pudiste evadir el impulso físico, y no nervioso, que aunque compartía finalidad con tu mente, no se podrían equiparar. En definitiva todo se resume a que cometiste el error de poner la chispa adecuada para que eso ardiera. Lo hiciste, y no te arrepientes.
Seguramente no habrían sido, bajo ningún punto de vista, solo 1 las causas de haberlo hecho. Pero fuera acción razonada, pensamiento elevado, huevos peludos, arrebato asistémico, sabiduría o solamente amor, el hecho es que tu entraña te dictó (quizás con la misma fuerza que te ha dictado declararle amor ) actuar para no perderlo. Sufriste flagelos faciales, que seamos sinceros también te hirieron, pero que para entonces no te restaban huevos para animarte a sentirlos.
Aun humillado por gritos desvocados improcedentes e improducentes, no has de tener el tupé de preocuparte por otra cosa que no sea él. No vas a claudicar en él, nunca lo hiciste y nunca lo harás. ¡No puedes hacerlo! ¡Irías hasta Casanova y la tumba con él! ¿Y aquí te sientas a confesarme que no sabes como seguir? Sin ser petulante, debería mandarte a cagar y que resuelvas tu amistad... como puedas. Pero es que la consigna es tan simple que prefiero ser claro contigo. Cuando uno se quiere jugar la vida debe practicar en eso las mismas conductas que para vivirla:
- NO frenarás ni dudarás; si debes hacerlo, NO claudicaras, nunca.
- Expresarás lo más hermoso que tengas.
- Y vivirás con agrado las penurias que te toquen, porque forman parte de vivirla.